Después de una larga noche en la que esperábamos ser atacados por Carlitos, el ex convicto del capítulo anterior que durmió con nosotros, y que por obvias razones no sucedió, nos pusimos de pie y así con pijamas y con cara de desvelo nos dirigimos a la cocina para tomar nuestro desayuno que estaba incluido en el hospedaje.
Cuernitos y bollitos azucarados, que aquí les llaman facturitas, y café frio o té, era prácticamente todo el menú, pero que podíamos esperar si éramos los únicos huéspedes aparte de Carlitos ahhhh y una argentina que probablemente sea una loba nocturna o como comúnmente les llaman los gringos hooker. ¿Pero en qué te basas muchachito para hacer ese tipo de declaraciones???? (ya los escuché) pues era una señorita que llegaba al hostal en las mañanas, dormía todo el día y en la noche desaparecía, y partiendo del hecho de que era argentina (no tenia jet-lag) y que supuestamente tiene viviendo en Rosario unos 3 años porque se vino con su tío, pero realmente vive en un hostal, hagan ustedes sus propias conclusiones.
El plan para el día de hoy era ir a visitar un puente que estaba alejado del hostal, por lo tanto necesitaríamos tomar un camión que nos llevara a una playa cercana y después tratar de subir, pero fuimos advertidos que no existe cruce peatonal en ese puente, por lo tanto solo lo podíamos ver desde abajo.
Aquí viene otra buena historia de argentinos; cuando llegamos al kiosco a comprar los pases de autobús (que en cada ciudad manejan un método y precio distinto para pagar) y pedimos dos tarjetas con dos viajes cada una; el vendedor nos da una sola y se queda con cara de estúpido, entonces la chikis le dice amablemente que quiere otra tarjeta igual, y él le responde que esa tiene dos viajes, a lo que ella una vez más con esa educación que la caracteriza jajaja (NOTTTTTT ;P) le dice que ya lo sabe, pero que necesita dos no solo una. Después de unos segundos en que su cerebro reaccionó y se dio cuenta de que uno más uno son dos, nos proporcionó la segunda tarjeta.
Ustedes pueden decir que soy muy exigente, pero cuando te encuentras este tipo de historias a cada rato, la única forma de sacarlas del pecho es contándoselas a alguien, y en este caso tú.
Salimos, pero antes de ir al puente iríamos una vez más al monumento a la bandera, esta vez con un objetivo distinto, ahora subiríamos a la torre para tomar fotos y ver la ciudad desde lo alto.
Caminamos una vez más por la calle córdoba, la misma que después de las nueve de la noche es recomendable no caminar debido a que a esta hora todos los comercios cierran y se convierte en un lugar que se presta para la delincuencia, pero durante el día es una calle peatonal llena de vida.
Hoy si había mucha gente caminando por la calle, al fin la ciudad se veía viva, y es que el sol brillaba de tal manera que no fue necesario llevar mi chamarra gruesa, sino que con un suetercito pequeño fue suficiente.
Músicos, merolicos y vendedores de soquetes (calcetines) eran algunas de las atracciones de la calle que nos llevaba directo al monumento a la bandera.
Al llegar, vimos y creímos que la subida a la torre era por escaleras, así que entramos directamente por la puerta de salida intentando evadir el paga, pero oh gran sorpresa, las escaleras solo subían unos 3 pisos que te dirigían al elevador que te lleva a la parte más alta de la estructura. Así que tuvimos que volver para pagar los 3 pesos que cuesta la entrada (9 mexicanos), tacaños o no, teníamos que intentarlo.
Pero el único que finalmente tuvo que pagar su boleto fui yo, porque curiosamente justo enfrente de nosotros en la fila para subir, había un grupo de niñas de primaria acompañadas por la maestra, que estaban viajando en una excursión escolar al monumento. Cuando entramos al elevador, las 9 niñas, la maestra, la chikis y yo, el asensorista o elevadorista o como se le llame al tipin que controla el elevador, me pide mi boleto e inmediatamente se pasa con la maestra de las niñas, la cual le dice que ellas son 10 que vienen en un grupo escolar; el señor agarra los boletos, los corta y violá, estamos arriba. Tere pasó desapercibida, nadie le pidió su boleto, y es que paradita al lado del grupo de niñas de la escuela, parecía que tenía 12 años y seguía en sexto de primaria; este es uno de los momentos en los que aplica la frase “Ay mi vidaaaaaa”.
La vista desde arriba es bastante buena, se alcanza a ver una gran parte de la ciudad, al igual que el pequeño “Partenón” (donde se encuentra la cazuela con fuego), y el rio Paraná que resulta ser el mismo rio que viene desde las cataratas de Iguazú y que espero pronto poder irlas conocer.
Mientras estábamos arriba tomando fotos, se nos ocurrió la idea de organizar un Geo Caching, que es una búsqueda de tesoros sin valor. Por ejemplo, uno esconde cualquier cosa (sin importar lo que esto sea) en algún lugar turístico que te gustaría que alguien lo conociera, de esta manera incitaras a que viajeros con un GPS o con un Smartphone puedan conocer este lugar mientras le dan un toque de aventura a su viaje.
Este es un croquis para que vean mas o menos como funciona
Y también les dejo este videito
Ya que tienen una idea más clara de lo que se trata el Geocash, ahora les dejo las indicaciones para encontrar nuestro pequeño tesoro que se encuentra en esta bella ciudad.
Si quieren pueden poner (http://coord.info/GC2XTQV) directamente en su barra de búsqueda y los llevará a la entrada de Geocash de la tarjeta Hollister, y si no, les dejo la misma información directamente aquí.
Con estas coordenadas encontraran la pista que los llevará a la pista:
32° 56′ 51.69″ S, 60° 37′ 49.69″ W
Pista corta:
Frente al fuego incandescente yace un monumento permanente, donde el sol no deja de brillar. Alto como el mismo sol, en su base metálica, encontrarás la cubierta del elixir del viajero
Pista Larga:
Frente al fuego incandescente,
que arde en Rosario,
yace un monumento permanente,
que embellece el escenario.
Donde el sol no se pone,
y aunque el día sea gris,
en lo alto se compone,
con la vista se propone,
te sentirás feliz.
En su base metálica,
encontrarás la siguiente pista,
es argentina y no germánica,
y también es pequeñita.
Mira cerca mira lejos,
de la cabeza a los pies,
caballos, dragones y conejos,
encontraras más de diez.
Pista sobre la posición del cash.
Fue eliminado para dar paso a un movimiento circular infinito de fauna plástica. La base rugosa que apunta al Paraná, ahora guarda este tesoro.
el tesoro es este
La verdad es que la pasamos increíble, pensando y buscando una buena aventura para aquellos que se animen a buscarlo.
Desafortunadamente, cuando ya habíamos terminado de esconderlo, era tarde para ir al puente a tomar las fotos. Teníamos pensado llegar a tiempo a la estación de buses para encontrar boletos a buena hora que llegara a Buenos Aires antes de que cerraran el servicio de tren y así pagar menos y llegar a horas no tan conflictivas.
Así que regresamos caminando al hostal en el cual preguntamos si nos compraban los boletos de autobús que no habíamos utilizado, no es por ser codos, pero seguro ellos lo iban a vender sin problemas y nosotros recuperábamos nuestro dinero. Accedieron y con ese dinero nos compramos una coca de un litro, suficiente para no comprar líquido para comer.
Decidimos comer en el mismo lugar que cuando llegamos, y es que las picsas (así se dice aquí) que venden ahí son muy buenas y muy baratas, aparte de ser suficiente para llenar dos estómagos realmente hambrientos.
Antes de irnos, le pedí al dueño del lugar si me podía abrir la botella de vino que nos quedaba, así podríamos tomar una copita durante el viaje de regreso. El, muy amable le pidió a la mesera que nos hiciera el favor de abrirla. La señorita le quitó la cobertura metálica y después me hizo una pregunta no muy inteligente que digamos: Querés que también le quite el corcho? Hahahaha yo no dije nada con la boca, pero me imagino que mis ojos lo dijeron todo. El que si dijo algo fue el dueño, que le dijo sarcásticamente: no, ese déjaselos ahí que ellos solo necesitaban que les quitaras la cubierta… Obvio que sí, que no ves que los chicos quieren tomar vino?.
En la estación de autobuses tuvimos que esperar una hora a que llegara nuestro bus, y lo que pasa es que los boletos de 100 pesos argentinos 300 mexicanos, son los que salían a las 5:30 y nosotros llegamos ahí a las 4:30.
Durante ese ratito, que moríamos de frio, yo me di una cabeceada de campeonato y la chikis estaba muerta también.
Anque teníamos una botella de vino, una bolsa de papas y una garrafita de limón, al subir al camión nos quedamos bien jetones, es más, creo que dormimos prácticamente las 4 horas de viaje.
Después de 4 horas y 30 minutos, llegamos a la estación terminal de retiro, de la cual teníamos que salir y caminar para llegar a la de trenes que lleva el mismo nombre.
Por miedo a perder el último subte (metro), por intentar ir hasta el tren, bajamos a preguntar a la estación de metro a qué hora era el último servicio (10:45), así que teníamos por lo menos unos 45 minutos para ver si había trenes que nos llevaban mucho más rápido y directo a la casa.
Afortunadamente los trenes todavía estaban funcionando y aunque queríamos una vez más pasar sin pagar por una entrada que días antes encontré y no funciona, tuvimos que comprar los boletos porque había un policía vigilando exactamente esa entrada.
Con boleto en mano nos disponemos a pasar el control de seguridad, y como por arte de magia, un controlador del servicio le grita al policía, y aprovechando su breve distracción entramos por esa entrada que sin tomar el boleto te deja pasar; por lo tanto el viaje nos salió una vez más de a grapas.
Llegamos a la casa y ahí estaban las niñas esperándonos ya! Y lo que sucede es que Selene había invitado a unos amigos suyos a hacer un precopeo en la casa, y estaban por llegar, así que nos bañamos y esperamos a las visitas.
Eran 4 hombres argentinos, de los cuales 2 habían estado en México y al parecer la habían pasado muy bien, personalmente son los que mejor me cayeron, y los otros 2 eran los típicos sencillitos y carismáticos que seguramente conocen.
Platicamos, jugamos y nos reímos mucho, pero no salimos al antro después del precopeo porque mañana tenemos un compromiso con Nathalia, una niña colombiana que cumple años y que ya nos había invitado desde hacía un buen tiempo.
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